jueves, 26 de agosto de 2010

De la Atenas Suramericana a la Bogotá Moderna, La Construcción de la Cultura Ciudadana

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Reseña: De la Atenas Suramericana a la Bogotá Moderna. La Construcción de la Cultura Ciudadana en Bogotá. Revista de Estudios Sociales No. 11 - Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes. Fabio Zambrano Pantoja, Bogotá Febrero de 2002

El texto de Fabio Zambrano Pantoja plantea de una manera detallada la forma como evoluciono la Bogotá de finales del Siglo XIX y comienzos del siglo XX en el aspecto cultural, social, económico y urbano.

Aunque el proceso de modernización de Bogotá fue bastante lento debido a su aislamiento de las fuentes de modernización que afectaron de una manera más temprana a otras ciudades latinoamericanas, por lo que la ciudad continúo regida por principios sociales y culturales provenientes de la tradición. “Sin embargo, una lenta modernización proveniente de la industrialización, así como de la economía exportadora, dejaron sentir sus efectos a la altura de las tercera década del siglo XX”, lo que permitió un intimo ingreso de la modernidad generando una democratización del paisaje social y urbano. Así la historia urbana muestra una ciudad que ha mejorado sus condiciones de vida y ha consolidado la construcción de una cultura ciudadana.

La afirmación del español Menéndez Pelayo donde señala que “la cultura literaria en Santa Fe de Bogotá, […], es tan antigua como la conquista misma”, fue tomada por varios cronistas de la ciudad como Pedro Ibáñez, quien afirmo que “el estatus de Bogotá como ciudad civilizada se remonta a los tiempos de la conquista”. Fue así, como a finales del siglo XIX se construyo una imagen de la Bogotá culta creada por su elite intelectual que consideraba que la ciudad estaba por encima de las otras ciudades latinoamericanas. Esta imagen se alimento con el establecimiento en Bogotá de la primera sede de la Academia de la Lengua en América en 1871 y del Salón Ateneo en 1884, destacando así “el hecho de que en la Bogotá de entonces el uso de la lengua se había convertido en un instrumento para distinguir lo que la elite consideraba culto”; y como herramienta para “humanizar y civilizar”.

Todo esto, se trataba de una respuesta de la ciudad letrada al resultado de la democratización provocada por la integración de la ciudad al mercado global y la aparición de migrantes en la provincia de Bogotá, muchos con recursos significativos pero que la alta sociedad solo reconocía como incultos: provincianos. Un ejemplo fue la remodelación del parque Santander a finales del siglo XIX, el cual se asemeja a un “rincón fino de Paris”, ya que se logro crear un espacio para el buen gusto. “Así, la exaltación del progreso respaldado por el proyecto culto, permite destacar como la idea de culturizarse encontraba por encima de cualquier otra consideración urbanística”, privilegiando los escritos, la tertulia y el espacio público para establecer su proyecto de sociedad urbana.

El contrate no podía ser mayor, ya que a finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, la ciudad atravesaba por la peor crisis higiénica de la historia, y por una extrema pobreza que llevaba a ricos y pobres a compartir el mismo espacio urbano; los símbolos de jerarquización social del espacio urbano habían desaparecido y la elite recurrió al hablar y a los buenos modales para tener una diferenciación social. Esto conllevo a elaborar una nueva urbanidad burguesa que sustituyera el desastre de la época de la ciudad e incluyera el respeto por el orden social y por la imagen de la ciudad culta.

Todo esto llevo a la Bogotá de finales de siglo XIX e inicios del XX que se sintiera como una ciudad culta donde la persistencia de las costumbres asegurara la posición de todos los patrimonios y bienes culturales.

Hacia los años 20, “la ciudad inicia la trasformación de la cultura urbana y con ella inicia el surgimiento de un nuevo espacio público”. El rostro de la ciudad experimenta algunos cambios profundos, por primera vez se construyen edificios más altos que la catedral y los primeros bancos como nuevo símbolo de progreso. Se pasa de la influencia arquitectónica francés a la escuela de Chicago y al ArtDecó neoyorquino, donde se construyen edificios, vivienda, acueductos, alcantarillados, escuelas, hospitales y plazas.

Los clubes fundados a finales e inicios de siglos, fueron en sus inicios lugares exclusivos de hombres en amplias casonas del centro histórico, usadas para conservar, jugar o leer prensa. Por otra parte, la inversión pública en infraestructura permitió la generación de espacios públicos como el parque nacional en 1934, un estadio de 43 fanegadas de la hacienda El Campin en 1936 y otro en la sede de la Universidad Nacional en 1937.

“La progresiva industrialización, así como la profesionalización de la arquitectura, acelero la trasformación de la ciudad con la introducción de nuevos materiales de construcción tales como el hierro, el acero, el vidrio y el concreto reforzado”. El uso del ladrillo a la vista y la popularización del vidrio caracterizan la época. Así mismo, el modelo de edificio norteamericano hace presencia y la demolición de joyas coloniales como el convento de Santo domingo para darle paso al edificio Murillo Toro, y el claustro de San Agustín, reflejan la polémica entre la tradición y modernidad que se tiene en la Bogotá de la Época.

Así, la ciudad como espacio de representación de poderes, paso de manifestarse como un escenario de diferenciación social, para convertirse ahora en un espacio de representación de la nueva realidad: la igualdad, representada por el libre acceso al espacio público y a la homogenización del paisaje social urbano.

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